4 de diciembre de 2011

Prepara un Belén en tu corazón

¡Esperamos tu venida! ¡Ven Señor!... Todos los años en adviento oímos las mismas palabras. Como si fuera una noticia nueva, como si el corazón del hombre cada año olvidase, se nos repite... ¡El Señor va a venir, cerca está, vigilad...!
Pero, ¿Le estamos esperando? ¿De verdad aguardamos al Salvador en nuestras vidas o nos hemos despistado?
¡Montemos el Belén en nuestro corazón!
La estrella: Va marcando el camino, ilumina la senda.
El ángel: Anuncia la Buena Noticia.
La mula y el buey: dos mansos animales que ofrecen su calor.
La Virgen: Mujer del "sí", acoge en su seno al Hijo de Dios y envuelve con su amor al Dios hecho niño.
San José: Hombre de confianza y de acogida.
Los pastores: se acercan al misterio, le ofrecen lo que tienen y lo que son.
Los reyes: Buscadores de la verdad, buscadores de Dios.

Y tú... ¿Qué figura del Belén quieres ser?
¿Estás preparando un Belén en tu corazón?


28 de octubre de 2011

¡GRACIAS!

El domingo en la fiesta del Domund me acordé de Clara. Una niña de ojos vivos y sonrisa sincera. Hace algún tiempo (tenía 4 años), cogida de mi mano caminaba hacia mi despacho. Iba segura y contenta porque sabía que allí le esperaba un regalo: una piruleta. (en mi armario siempre hay piruletas para endulzar un poco la vida de los niños). Cuando se la di me miró, me sonrió, pero no dijo nada. Su madre, como todas las madres que esperan la palabra mágica de sus hijos "bieneducados" le dijo: "Clara, ¿Qué se dice?" A lo que Clara contestó: "¿Me das otra para mi hermano?".
Siempre me ha gustado contar esa anécdota por la sencillez y naturalidad de la protagonista.
Pero el domingo la recordé al ver el patio del colegio lleno de gente.
En esta ocasión también teníamos que decir gracias; pero un GRACIAS porque todos estábamos pidiendo para que a mi "hermano" no le falte nada de lo que yo tengo.

Y tú, ¿Te has parado a pensar qué "piruleta" necesita tu hermano?

25 de septiembre de 2011

¿Lo has visto?

           Cuentan que, cuando el profeta Elías llegó al monte Horeb, tuvo la oportunidad de poder encontrarse con el Señor. Evidentemente no fue fácil para él descubrirle, pues el Señor no se hizo presente en carne y hueso, sino que, teniendo en cuenta su original creatividad, prefirió jugar al escondite con él.

            De este modo, “pasó primero un viento fuerte e impetuoso, pero el Señor no estaba en el viento. Al viento siguió un terremoto, pero el Señor no estaba en el terremoto. Al terremoto siguió un fuego, pero el Señor no estaba en el fuego. Al fuego siguió una brisa suave. Elías al oírlo…” se encontró con el Señor, porque estaba en la suave brisa. (Cfr. 1 Re 19, 9-13).

Seguro que todos hemos escuchado alguna vez eso de “hay que saber apreciar los pequeños detalles de cada día”… Dios es un experto en “pequeños detalles”. Sí, de esos que llenan nuestra vida y que pueden verse a diario. Pero sólo pueden verse si estamos bien atentos.

Saint-Exupéry, en su libro “El Principito” dice: “Lo esencial es invisible a los ojos, no se ve sino con el corazón”. Y tiene mucha razón. A veces nuestra vida está tan repleta de cosas, de prisas, de dudas, de vacíos, que no nos paramos a disfrutar del paisaje, de la belleza y de lo bueno que tenemos alrededor. Para poder apreciarlo es imprescindible abrir bien los ojos del corazón, y si aún así no podemos verle, quizá sea cuestión de revisarnos la vista y ponernos unas buenas gafas.

Tenemos por delante un nuevo curso que estará repleto de oportunidades, de detalles, de trabajo, de compañeros, de alumnos/as, de padres y madres, de sinsabores y de alegrías… No sería justo para ti que todo esto pasara por tu vida como si nada, porque en cada hermano, en cada compañero, en cada alumno y en cada trabajo tenemos la oportunidad de encontrarnos con esa brisa suave que caracteriza al Dios de la Vida, aquél que hace de lo rutinario algo extraordinario y maravilloso.

            Tienes mil oportunidades de encontrarte con el Señor cada día, de abrir los ojos a lo que te rodea, al que tienes al lado,... ¿Vas a perderte todo eso por no tener los ojos bien abiertos o no llevar las gafas adecuadas?

           Ojalá que, cuando alguien te pregunte eso de ¿Lo has visto?, puedas responder con el corazón lleno de alegría: Sí, lo he visto y camina a mi lado. Ojalá que tus días estén llenos de “detalles por descubrir”, repleto del Dios de la Vida, del Dios de las pequeñas cosas.

(Tomado de la fundamentación del lema del curso 2011-2012. Jose Sousa)

Y tú... ¿Lo has visto?
Búscalo en tu vida, en los pequeños y grandes detalles que Dios tiene pensados para ti.

7 de agosto de 2011

Aprender a vivir con los demás


En nuestra relación con los demás, muchas veces nos fijamos más en lo negativo del otro que en lo que realmente tienen de valor. Aprender a vivir con los demás supone tener una mirada limpia para ver más allá de lo que los ojos y las palabras nos puedan decir. He encontrado esta fábula de Alicia Silva que comparto.

La fábula del puerco espín

Durante la Edad de Hielo, (me pregunto quién estaba presente en la edad de hielo con capacidad intelectual de sacar estas conclusiones) muchos animales murieron a causa del frío.
Los puercoespín dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.

Así que tuvieron que hacer una elección: o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una persona muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del otro.
De esa forma pudieron sobrevivir.

Moraleja de la historia:
La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en que cada individuo aprende a vivir con los defectos de los demás y admirar sus cualidades.

Píénsalo... tú también eres puerco espín para los demás.



22 de julio de 2011

Números telefónicos de emergencia

¿A quién llamar o recurrir?

Cuando estás con pena:       Juan 14
Cuando la gente te ha fallado:         Salmo 27
Si quieres ser como la vid y dar frutos:          Juan 15
Cuando estás preocupado:            Mateo 6, 19-34
Cuando estás en peligro:           Salmo 91
Cuando Dios parece estar lejos:            Salmo 139
Cuando tu fe es débil:          Hebreos 11
Cuándo estás solo y temeroso:          Salmo 23
Cuando estás enfadado con alguien:          Corintios 13
Cuando estás deprimido:              Romanos 8, 31
Cuando deseas paz y descanso:              Mateo 11, 25-30
Cuando el mundo parece más grande que Dios:           Salmo 90
Cuando necesitas seguridad:              Romanos 8, 1-30
Cuando abandonas tu hogar para trabajar o viajar:          Salmo 121
Cuando tus oraciones son escasas y egoistas:            Salmo 67
Para una gran invención u oportunidad:               Isaías 55
Cuando necesites coraje para una tarea:                Josué 1
Para acercarte a lo demás:           Romanos 12
Si estás deprimido:            Salmo 27
Si no tienes dinero:             Salmo 37
Si estás perdiendo la confianza en la gente:             Corintios 13
Si la gente no es amable:          Juan 15
Si estás desilusionado en tu trabajo:          Salmo 126
Cuando has pecado:           Salmo 51

NÚMERO ALTERNATIVOS

Para superar el temor:      Salmo 34, 7
Para seguridad:                Marcos 8, 35
Para alabar al Señor:       Salmo 145


Estos números de emergencia pueden ser marcados directamente... ¡No se necesita operadora!
No olvides que Él ESPERA SIEMPRE TU LLAMADA.

30 de junio de 2011

¿Sabes realmente cuanto vales?

     Me gustaría dedicar este cuento de Jorge Bucay, a los adolescentes con los que comparto vida, ilusiones, tiempo, colegio... A los que esconden su verdadero valor, o quieren ser otro distinto de ellos mismos... A los que todavía no se han dado cuenta que el tesoro lo llevamos dentro y que lo más importante para Dios somos nosotros mismos.

EL VERDADERO VALOR DEL ANILLO
"Hay una vieja historia de un joven que acudió a un sabio en busca de ayuda...
- Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro, sin mirarlo, le dijo:
- Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... – y haciendo una pausa agregó - Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
- E... encantado, maestro –titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.
- Bien – asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó –toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete antes y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas..El joven tomó el anillo y partió.
Apenas llegó, empezó a ofrecer al anillo a los mercaderes.
Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.
Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado –más de cien personas— y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.
Entró en la habitación.
- Maestro – dijo - lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
- Qué importante lo que dijiste, joven amigo – contestó sonriente el maestro -. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar.
El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
- Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
¡¿58 monedas?! –exclamó el joven.
- Sí –replicó el joyero — Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... Si la venta es urgente.... El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
- Siéntate – dijo el maestro después de escucharlo -. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda."

Ojalá aprendamos a mirarnos como Dios nos mira y a amarnos como Dios nos ama. Somos valiosos, somos ÚNICOS para Dios.
Y tú, ¿Sabes realmente cuánto vales?



20 de mayo de 2011

Dios me sabe a pan

Dios me sabe a pan.
A nuestro pan de cada día.
Me sabe a pan de hogaza,
redondo y cálido,
me sabe a hogar, amor y comunidad.
Me sabe como la "chapata", sencillota y agrietada,
cercana y comprometida.
No como la "baguette", más perezosa y estirada.
No me sabe a pan de "pistolas", cobardes y asesinas,
sino al bollo compartido del perdón, al bocata paciente de la paz.
Me sabe a pan integral, moreno y fibroso,
del sabor de la tierra, las espigas, el sol y el mar.
No me sabe a pan de molde. ¿Será porque Dios no está cuadriculado?
No me lo encuentro en los canapés de los famosos y adinerados,
sino en los pequeños "colines",
en los detalles más crujientes y cotidianos.
Dios me sabe a pan.
                              

Por casualidad me he encontrado con este texto.
¡Y rápidamente me he identificado con él!
¡Dios me sabe a pan! Al pan nuestro de cada día, de lo cotidiano.
Y al Pan de la Eucaristía. Pan blanco, bendecido, partido y repartido. A un pan que necesito en mi vida, como respirar.
...Y Dios que haciéndose pan, me invita a ser pan.
¡Dame, Señor, la gracia y entrega necesaria para ser pan partido y repartido para los demás!
Y tú, ¿Necesitas de ese pan?
¿Eres tú pan para los demás?

29 de abril de 2011

¡Señor, Dios nuestro,...!

     Ayer en el telediario nos invitaban a ver unas imágenes bellísimas que un fotógrafo noruego, Terje Sorgjerd, había logrado capturar con su cámara, mediante la técnica time-lapse. Uno de los vídeos son las auroras boreales al norte de Noruega; otras son imágenes captadas desde el Teide.
     Yo no te invito a verlas, sino que te invito a contemplarlas, a orar con ellas.
     Pon pantalla grande, y déjate alcanzar por la mano del "Artista" que las creó. Contempla, admírate, agradece, adora... Nos habla de Dios.
     Y después alaba con el salmo 8: 
"¡Señor, Dios nuestro, qué admirable
es tu nombre en toda la tierra!"



22 de abril de 2011

Y tú... ¿Qué vas a hacer?

Para la penitencial de la Pascua Familiar de este año se ha utilizado un símbolo especial: un colgador para la puerta que decía...
"No abrir si no vas a hacer nada"
Se nos ha invitado a llevarlo a casa y colgarlo en el pomo interior de nuestras habitaciones.
Así cada mañana, antes de salir del cuarto y empezar nuestra labor cotidiana, quizá nos planteemos un par de veces antes de abrir, qué vamos a hacer por las personas con las que nos relacionemos, con los que se acerquen a nuestra vida, con los que viven a nuestro lado... Y qué voy a hacer, cómo voy a cuidar también mi vida, mi mundo interior, mi relación con Dios.
Quizá me plantee que Dios me busca y me espera en cada situación para dar vida, para dar la vida. Que cada momento vivido es una oportunidad única para mí.

Y tú... ¿Qué vas a hacer? ¿Te atreves a abrir la puerta?

16 de abril de 2011

Búscame en el mar...


Búscame en el mar,
en su transparencia, en su pureza, reflejo vivo del cielo.

Búscame en el mar,
cuando la tierra de su fondo se revuelve
y ensucia lo que de cristalino hay en él.

Búscame en la orilla,
cuando la cobardía me atrapa
y no soy capaz de mojarme más que un poco.

Búscame en su profundidad
cuando sedienta me sumerjo con ansia en Su busca.

Búscame en el mar cuando está sereno,
porque es la paz de Dios la que me empapa, me penetra,
y en mí se hace presente.
Búscame también cuando está bravío
y las olas se levantan con fuerza,
queriendo defender un “no sé qué” de orgullo desmedido.

Búscame donde las olas se deshacen y,
peleando por seguir mar adentro,
la corriente de mi mundo y mi yo me arrastran a la orilla
y me gritan que no soy más que arena.
Búscame en la gota de agua que lo forma
porque así, pequeña, en Él me quiero perder.

Búscame en su grandeza porque,
grande como Él, su reflejo quiero ser.
Búscame en el mar, sereno o revuelto, transparente o turbio,
gota o inmensidad..., en la orilla o en el fondo…

Búscame en el mar,
porque en su infinitud palpita el alma de Su Creador
y allí me encuentro con mi Dios.

Búscame en el mar…
                                           Carolina B.

Y tú, ¿Dónde te encuentras con tu Creador?
¿Te "pones a tiro" para que Él se pueda encontrar contigo?

13 de marzo de 2011

¡Sé luz!

    "Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella.
    En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo.
    Entonces, le dice:
    - ¿Qué haces Guno, tú, ciego, con una lámpara en la mano? ¡Si tú no ves!
    Entonces el ciego le responde:
    - Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí... No sólo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella."

   Cuando recordamos, cuando pasamos por el corazón, los rostros y los nombres de tantas personas que "han dado luz" a nuestro caminar a veces vacilante y cansado, no podemos menos que encender nuestra lamparita para ser luz y ayudar a otros a encontrar su camino, o al menos... iluminar un poquito su oscuridad.

2 de febrero de 2011

¿Te vienes?

(JMJ) JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD 2011
Del día 16 al 21 de agosto en Madrid, tenemos una cita con el Papa.
Es un encuentro de jóvenes de todo el mundo.
Este año tenemos la suerte de poder celebrarlo en España.
¿Te vienes? Todos estamos invitados.

6 de enero de 2011

Hemos visto su estrella...



  "Hemos visto su estrella..." Cuántas veces en el transcurrir de nuestras horas y nuestros días, en el quehacer diario y en las personas que caminan a nuestro lado estamos viendo su estrella y cuántas veces no somos capaces de reconocerlo.
Hay algo en ese niño que cautiva, que cuestiona. 
Reconocen a su Dios en la debilidad, en lo pequeño. Se postran ante el Rey de la vida y le ofrecen sus dones.
También tú, como los Reyes, puedes ofrecérselos.
Oro. Lo mejor que tienes. Lo que eres. Lo mucho y lo poco. Porque tu vida es el mejor regalo.
Incienso. El perfume de tu oración y adoración. Reconócele como al único Dios de tu vida.
Mirra. Ofrécele tus pequeños sufrimientos, tus pequeñas muertes... Él sabe transformarlas en vida.
No dejes escapar los destellos de su estrella. Y cuando le encuentres, no lo dudes... haz como los Magos que "postrándose ante Él, le adoraron".